Donald Trump (Gage Skidmore, CC BY-SA 2.0) |
Cuestión previa: he buscado el título de la entrada en Google Images, filtrando por imágenes con licencia de reutilización, y he encontrado esta (entre otras). No he podido evitarlo,
Pero yo no he venido aquí a hablar de Donald Trump, sino de The Simpsons. El 8 de enero de 1995 (tenía yo 13 años) se emitía en EEUU el duodécimo episodio de la sexta temporada de la serie, probablemente mi favorito: Homer the Great. En una escena de este episodio, Marge y Lisa están hablando y Bart pasa por el pasillo, escucha un trozo de la conversación y alcanza una conclusión de lo escuchado:
Marge: Kids can be so cruel.
Bart: We can? Thanks, mom!
Pertenezco a una generación que lo aprendió casi todo de esta familia (y eso explica muchas de las cosas que pasan en esta sociedad) y no hay día en que alguien a mi alrededor deje de citar unas líneas de la serie como explicación a algún complejo fenómeno aparecido en los titulares de los periódicos.
Sé que estoy un poquito pesadito con el temita, pero estamos en pleno solsticio de invierno y voy a enfocarlo desde una perspectiva más optimista para honrar esta época del ciclo agrario (después todos los varones nos vestiremos de blanco y sacrificaremos un toro a Mitra): lo que le pasa a Bart en este episodio nos podía haber pasado en nuestras valoraciones de los proyectos de los otros grupos de trabajo de esta asignatura. Pasamos por allí en un momento determinado, captamos la situación fuera de contexto y alcanzamos conclusiones incompletas, si no erróneas; por el camino hacemos daño a algún compañero o compañera, que deja el grado ante la inintencionada presión social y condena su existencia al languidecimiento generalizado que caracteriza a nuestra sociedad. ¡Fatal!
Aquí me surgen dos líneas de pensamiento:
- Lo hemos hecho mejor de lo que yo temía. He leído todas las valoraciones de todas las personas del aula y, en general, hay una muestra de respeto muy adulta que me encanta. Lo peor es que creo ser de los más agresivos aunque no sea mi intención; culpo de ello a mi desparpajo, que a veces no se da cuenta de que el resto de la gente no me conoce y no sabe que soy un impresentable sin malicia alguna. Es complicado comunicarse con personas desconocidas por medios no presenciales, en los que se pierde toda la información no verbal. Una vez más, esta universidad necesita una cafetería.
- Es realmente complicado ser profesor en esta modalidad de enseñanza, en la que no terminas de conocer a los alumnos ni su trasfondo real ni su día a día. Hay que saber abstraerse muy bien de las valoraciones subjetivas y centrarse exclusivamente en la objetividad, y no es una cuestión fácil cuando la Sociedad de la Información se ha convertido en la Sociedad de la Opinión (poco fundamentada la mayoría del tiempo). Me quito el sombrero ante las personas que, día a día, nos aguantan con mejor o peor tino en nuestras aulas virtuales.
Es la última vez que voy a tocar este tema, que ya huele. Me ha tenido preocupado todo este tiempo, pero no puedo dejar que me preocupe más, que hoy empiezo a preparar mis cinco pruebas de síntesis y tengo que estar centrado. Sé que las defensas de nuestros proyectos van a salir bien porque ya he visto los ataques. Fear is the mind-killer.
Dicho todo esto, me debatía entre poner la típica canción popular de estas fechas (New Year's Day de U2) o la que finalmente he elegido, que retoma el origen de la entrada y se pregunta lo que de verdad interesa a los españoles: ¿quién gobierna a los británicos y prohibe el sistema métrico?